En los medios

Sophia
17/09/14

Viaje al misterio del cerebro

Hace más de cincuenta años nadie conocía esta ciencia. Hasta hace unos pocos, ya se hablaba mucho, pero solo entre científicos. Actualmente, los especialistas salen del laboratorio para acercar las neurociencias al día a día de las personas, y muchos profesionales se forman para darles una mirada científica a sus estudios de base. ¿Cómo aplicarla a la vida?

El hombre se ha estado preguntando de dónde viene y hacia dónde va desde que adquirió el uso de la palabra, pero antes de eso ya necesitaba comunicarse y se preguntaba cómo hacerlo. Hoy las neurociencias dan respuesta a infinitos interrogantes, y tienden un asombroso puente entre la mente y las emociones, el cuerpo y el espíritu.

"Hoy los especialistas podemos ver neuro-imágenes funcionales y apreciar cómo se iluminan las distintas áreas del cerebro de una mamá frente a la foto de su bebé, o cuando algo nos fastidia, nos inspira, y también en situaciones cotidianas como resolver un cálculo matemático o pensar una oración en otro idioma. Las neurociencias vienen a darles respuesta a muchos problemas y dilemas, y los científicos llevan décadas analizando cuánto cambia el comportamiento cuando ocurre una modificación a nivel cerebral", explica Graciela Basso, médica pediatra, neonatóloga y psicoanalista. Las neurociencias abarcan un conjunto de disciplinas científicas que estudian la estructura y la función, la bioquímica, la farmacología y la patología del sistema nervioso, y cómo interactúan sus diferentes elementos, dando lugar a las bases biológicas de la conducta. Así, ofrecen un apoyo a la psicología para poder entender mejor la complejidad del funcionamiento mental, e intentan explicar cómo se complotan los millones de células nerviosas en el encéfalo para producir el comportamiento, y de qué manera esas células son a su vez influidas por el medio ambiente. En otras palabras: cómo el cerebro guarda información y de qué manera aprende.

Agustín Ibañez, investigador del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del CONICET, y profesor invitado de la Universidad Torcuato Di Tella, sostiene: "Las neurociencias pueden ayudar a coconstruir conocimiento con otras disciplinas para poder entender mejor la mente en el mundo real: cómo tomamos decisiones y por qué son, a menudo, tan irracionales; cómo aprendemos a través de la educación y las tecnologías de la comunicación; cómo desarrollamos nuestra moral y cómo esta impacta en nuestras decisiones".

Según los expertos, esta disciplina nos ha enseñado durante los últimos cincuenta años más de lo que se pudo conocer sobre el tema en los cinco mil años anteriores.

"Aunque no lo sepamos, las neurociencias tienen un enorme impacto en nuestra vida. Muchas veces, el complejo lenguaje científico no nos permite acceder a la apasionante información que esta ciencia tiene para transmitirnos", dice Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular y autor del best seller Ágilmente (Sudamericana). La creatividad, por ejemplo, se incrementa en momentos de felicidad y sufre cuando nos superan la ansiedad, el estrés o el cansancio. Entonces, en esos días en que se requiere concentración y productividad, conviene tomarse unos minutos y hacer alguno de los ejercicios que recomienda Bachrach; por ejemplo, cerrar los ojos, escuchar una canción y concentrarse en el sonido del instrumento. Esto hará que la actividad de la corteza prefrontal disminuya, y ayudará a recargar energía para retomar el trabajo con todo.

Mujeres que corren con capacidades propias

A partir de los estudios realizados, sabemos que las emociones tienen tanto lugar en el cerebro como la inteligencia y la memoria. Y que así como el hemisferio derecho aloja las imágenes y los colores, en el izquierdo, el protagonista es el lenguaje.

Muchos analistas dedicaron capítulos de sus obras a las diferencias entre el funcionamiento cerebral de hombres y mujeres. "El cableado del cerebro femenino evoluciona de acuerdo con lo que se conoce como multitasking; con una conexión entre los hemisferios derecho e izquierdo más importante que en los típicos cerebros de los hombres. Esto permite a las mujeres hacer malabares entre las emociones, la lógica y las muy diferentes tareas con mayor facilidad", explica Bachrach en su libro. Además, la conexión que hay entre los dos hemisferios permite que las mujeres sean más sensibles al peligro y tengan un gran instinto de protección sobre su progenie.

A la vez, los estudios demuestran que las mujeres hablan más que los hombres -unas quince mil palabras por día, contra siete mil de ellos- y que tienen la capacidad de asociar entre diversos temas muy diferentes.
Eso sí, ambos géneros comparten un estado muy especial: el estado de enamoramiento. Según Bachrach, cuando se produce un encuentro de
corazón con otro, se encienden en el cerebro áreas que producen una emoción exaltada, una sensación de saludable dependencia, o el deseo de reincidir en la experiencia.

Juguemos a las masas... con el cerebro

Uno de los grandes descubrimientos fue lo que hoy conocemos como "neuroplasticidad". "Nuestro cerebro es, fundamentalmente, un órgano adaptativo. Se denomina "neuroplasticidad" a la capacidad del sistema nervioso para modificarse o adaptarse a los cambios. Este mecanismo permite a las neuronas reorganizarse al formar nuevas conexiones y ajustar sus actividades en respuesta a nuevas situaciones o cambios en el entorno. La neuroplasticidad cuestiona, de esta manera, un dogma que existía previamente por el cual se creía que el sistema nervioso era una estructura rígida e inmodificable", explican Facundo Manes y Mateo Niro en su libro Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor (Planeta).

Esta idea de poder reorganizar el funcionamiento del cerebro es una de las más importantes a la hora de trasladar las herramientas de las neurociencias a otros quehaceres y disciplinas. Por ejemplo, hoy el área de Recursos Humanos de algunas empresas toman en cuenta estos hallazgos para procurar el bienestar de sus empleados. Fueron las neurociencias las que determinaron que un cerebro es más productivo si descansa varias horas por día, y más aún si puede alternar su trabajo con tiempos de ocio, ya que esto aumenta su provisión de dopamina. Un dato igualmente importante para repensar el sistema educativo.

Para Marita Castro, neuropsicoeducadora y directora general de Asociación Educar -organización que capacita en neurociencias y liderazgo-, es muy importante poder entender esta capacidad del cerebro. La especialista habla de la importancia de construir contextos que estén a favor de la biología de cada integrante de la organización. "Cuando una persona se siente valorada, su estado emocional cambia y se compromete con los objetivos del conjunto. Cuando esto no pasa, hay un área en particular del cerebro -el área singular anterior- que pone a la persona en alerta y concentra la atención en ver de qué manera puede formar parte del grupo. Así, todas las funciones del lóbulo prefrontal bajan y esto es negativo, porque necesitamos que estén presentes en muchísimas tareas. Y esto ocurre porque la persona percibe que se encuentra en peligro de supervivencia. Primero debe resolver eso y después dedicarse a tareas más elevadas. Por más que la persona se esfuerce, su capacidad se ve altamente disminuida", dice la neuropsicoeducadora.

En este último punto, su teoría se acerca a las aplicaciones que se realizan en el ámbito de la educación formal. Andrea Goldin, doctora en Ciencias Fisiológicas, contó en una charla TEDx: "La neuroeducación busca generar una educación que tenga en cuenta cómo funciona el cerebro a la hora de ser educado". En esta charla planteó que el cerebro del adolescente "se siente más cómodo" si se va a dormir tarde y, por ende, si duerme hasta más tarde. ¿Cuál sería, entonces, la razón que justificaría forzar a los adolescentes a despertarse temprano? Los resultados de no aprovechar los momentos en los que los chicos rinden más son, en consecuencia, la falta de atención, la hiperactividad y otras dificultades enumeradas por los especialistas.

Además, Goldin desarrolló, junto a otros neurocientíficos de la Universidad de Buenos Aires, un videojuego que, entre otras cosas, enseña a autorregularse. ¿Cuál es el sentido? "Una buena educación implica desarrollar la capacidad de afrontar diversas dificultades. Este tipo de prácticas
permiten una mayor tolerancia a la frustración, y fortalecer la tenacidad y la perseverancia", expresó la experta.
Entonces, si el cerebro es el órgano del aprendizaje por excelencia, ¿se lo puede reeducar en pos de un mayor bienestar? Lucila Liwszyc, licenciada en Psicología y especialista en psicoterapias breves y profundas basadas en las neurociencias, dice: "Se sabe que los traumas quedan fijados en el hemisferio derecho del cerebro, que aloja ideas negativas y no tiene sentido de tiempo y espacio (lo sucedido hace veinte años se percibe como si fuera actual). En cambio, el hemisferio izquierdo es el que trabaja con las ideas más positivas, y tiene noción espacio-temporal, es decir, conciencia de lo sucedido como para poder pensarlo y elaborarlo. A través de técnicas como los movimientos oculares y el tapping (estimulación mediante golpecitos), el cerebro puede llevar las ideas de un hemisferio al otro".

Si en el lapso de algunas décadas las neurociencias lograron conocer tanto sobre la mente humana, ¿qué nuevas conquistas quedan por delante? Dice Ibañez: "Las neurociencias cognitivas tienen dos grandes desafíos: construir una visión global e integrada acerca de cómo funciona la mente y convertirse en una ciencia 'traslacional', es decir, lograr que su conocimiento tenga un impacto directo sobre los cambios en el mundo real". Manes y Niro concuerdan: "La gran cantidad de investigaciones que se han llevado a cabo en el campo de las neurociencias generaron muchísimas respuestas a temas centrales para la comprensión del funcionamiento del cerebro. Pero fue justamente a partir de esas respuestas que han surgido -y que siguen abriéndose- una cantidad de preguntas esenciales que aún falta responder". 

Por Lucía Fernández Núñez