Pocos protagonistas y participantes de la violencia de los años 70 tuvieron posteriormente la lucidez y la capacidad de autocrítica del ex combatiente guerrillero Héctor Ricardo Leis, fallecido a los 71 años en Florianópolis, Brasil. No le tembló el pulso para pedir perdón por sus acciones armadas y tendió la mano a sus adversarios, como un gesto para que el país comenzara a superar las divisiones y se encaminara a la concordia.

Su testimonio quedó reflejado en su ensayo Un testamento de los años 70. Terrorismo, política y verdad en la Argentina (Katz Editores), donde mira a la distancia el baño de sangre que hirió al país en ese tiempo y advierte sobre la responsabilidad política y moral de los militantes que tomaron las armas. Y recientemente dejó su mensaje en favor de la reconciliación en el documental El diálogo, junto con Graciela Fernández Meijide, y que se proyectó en distintas ciudades del país y, un día antes de su muerte, en la Universidad Torcuato Di Tella.

Leis había nacido en Avellaneda en 1943. Militante comunista y peronista en los años 60, participó de la lucha armada y estuvo un año y medio en la cárcel. Beneficiado por la ley de amnistía de 1973, combatió en Montoneros hasta fines de 1976. "No puedo arrepentirme por lo que hice porque lo hice queriendo y empujado por el espíritu de época. Pero sí pido perdón por el sufrimiento causado por mis acciones, lo nuestro fue una locura que fue al encuentro de otra locura", dijo.

Recorrió el país para dar charlas y extender su autocrítica. Sostenía que la conducción de Montoneros no sabía hacer política. "Sólo sabía usar la violencia con fines políticos, que es la mejor definición de terrorismo que existe", escribió en su libro. Allí contó que el mismo día en que nacía su hija, el 4 de septiembre de 1973, él participaba de un encuentro regional de la organización guerrillera en el parque Ciudad de los Niños, en La Plata, que estaba controlado por Montoneros. "Matar para hacer justicia era algo que yo aceptaba, pero matar para convencer a Perón de que nosotros éramos los buenos, era un delirio", señaló. La represión militar lo llevó al exilio. Refugiado político de las Naciones Unidas, se radicó luego en Brasil y obtuvo la licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Católica de Río de Janeiro. Más tarde hizo un máster en ciencia política en la Universidad de Notre Dame, en París.

La construcción del discurso kirchnerista, que pretendió apropiarse de la memoria y los derechos humanos, le hizo reclamar públicamente la necesidad de una autocrítica profunda. "Nunca hubo un discurso tan hegemónico y perverso sobre aquellos años como ahora", declaró, y denunció el "uso político e ideológico de los muertos". Cuestionó con dureza la soberbia de los Montoneros y entendió que militares y militantes tuvieron altas responsabilidades en el desencuentro de los argentinos. Consideraba a La Cámpora una "copia mala y oportunista de la militancia de los 70" y a sus integrantes, "lacayos del poder del Estado". En los últimos años, Leis se sumó a organizaciones sociales en defensa del derecho ambiental y participó en el Club Político Argentino.