Di Tella en los medios
La Nación
24/02/11

Desajustes con el país real

Por Manuel Mora y Araujo, rector de la Universidad Torcuato Di Tella

Las universidades en nuestros tiempos cumplen dos funciones diferentes. Por un lado, proveen a sus sociedades el principal canal de movilidad social. En este aspecto, las universidades son a las sociedades de hoy lo que los colegios secundarios eran 50 años atrás. El solo concepto del secundario obligatorio de nuestros días es indicativo de que la educación media ha pasado a formar parte de la enseñanza básica, mientras la universidad provee la capacitación para el desempeño profesional de millones de personas.

Por otro lado, las universidades preparan a los dirigentes de la sociedad en los distintos ámbitos de la vida. Son la principal usina de producción de individuos competitivos. La inmensa mayoría de los dirigentes políticos, los empresarios y los profesionales de hoy son universitarios. En menor medida los dirigentes sindicales, que provienen en general de familias de las clases trabajadoras con menor educación; pero muchos de ellos buscan completar su formación básica con cursos universitarios y algunos sindicatos incluso se plantean la conveniencia de crear sus propias universidades.

Esa doble función de las universidades -la educación de masas y la formación de elites- exige un equilibrio difícil, tanto por los distintos niveles de exigencia involucrados por cada una como por los distintos enfoques pedagógicos requeridos.

En la Argentina parece ser "políticamente correcto" ignorar la función de las universidades en la formación de los dirigentes, algo que no sucede en la mayor parte del mundo. A la vez, tampoco entre nosotros se ha puesto el acento correcto en la función social de la universidad masiva. Indicio de esto es el desajuste entre la distribución de estudiantes en las distintas carreras y las demandas profesionales que genera la economía de hoy. No formamos los cuadros que la economía necesita; en buena medida, nuestras universidades están formando personas con un perfil que el mercado no demanda y no incentivando la formación en las disciplinas más demandadas.

Otro indicio de los desajustes entre nuestras universidades y la realidad del país es la rigidez de la currícula: conceptos decimonónicos enciclopedistas, exceso de horas de clase, déficit de entrenamiento para la creatividad.

Las universidades argentinas de hoy tienden a ser vistas por la sociedad como un sistema que fabrica títulos, pero en los hechos no están cumpliendo bien ninguna de las dos funciones. Los títulos -aun devaluados- se supone que son pasaportes para la movilidad social, pero lo son cada vez menos. En cuanto a los dirigentes, en la Argentina se forman como y donde pueden.
(Consultoras - Información General)

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