Diez argentinos dicen...

Klaus Gallo
Director del Departamento de Historia de la UTDT

Es bien sabido que el 25 de mayo de 1810 el Cabildo de Buenos Aires echó al virrey Baltasar Cisneros y designó a un grupo de criollos y españoles para formar la Primera Junta, con la cual se obtenía la retroversión momentánea de la soberanía, que pasaba así de la monarquía española al nuevo gobierno local. Como también es sabido, la independencia declarada en mayo de 1810 por la Primera Junta se hizo en nombre del futuro rey de España, Fernando VII. De esta declaración se infería que, una vez librados los españoles de Napoleón, las provincias del Río de la Plata retornarían a su condición de colonia. Muy pronto, sin embargo, los enfrentamientos entre tropas criollas y realistas demostrarían que los españoles no estaban ni remotamente dispuestos a aceptar la independencia rioplatense y que los criollos no pensaban ceder su iniciativa revolucionaria. Este conflictivo contexto fue radicalizando la postura de referentes de la Revolución como Moreno, Belgrano y Castelli, que muy pronto pidieron romper definitivamente con los españoles. Al crearse en 1812 la Sociedad Patriótica -de Alvear, Monteagudo y San Martín-, la tendencia rupturista se acentuó. Sin embargo, la caída de Napoleón hizo posible la coronación de Fernando VII como rey de España en 1814, y el establecimiento de un fuerte orden conservador en Europa moderó el curso acelerado de la Revolución. Recién a inicios de 1816 se dieron condiciones políticas más propicias para reunir en Tucumán un congreso federal en el que la posición a favor de la ruptura con España era casi unánime. Fue entonces el 9 de julio de aquel año cuando se declaró formalmente la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Fechas aparte, ya quedaba claro que la importancia fundamental de los hechos de aquel mayo era indiscutible (algo similar pasó en EE.UU., que festejó su bicentenario en 1976, conmemorando el año de su decisión de rebelarse contra los ingleses y no la de su independencia real, que llegó en 1783). Lo que cabe preguntarse hoy es cómo festejaremos en 2016 el Bicentenario de la independencia.